La baja natalidad en Japón ha hecho que en el país del sol naciente su índice poblacional, vaya en descenso. Un problema que tiene preocupado al gobierno japonés, quien se ha visto obligado a tomar múltiples medidas para frenar esta disminución en su población.
A medida que el número de habitantes se reduce y envejece, el país va cambiando socialmente, es el caso de la incertidumbre generada por descenso en el número de alumnos que asisten a las escuelas, por lo que estas están siendo reinventadas y utilizadas como centros comunitarios, piscinas o fábricas de sake.
La crisis ha obligado al gobierno al cierre de por lo menos 450 escuelas públicas al año, según datos del Ministerio de Educación, Cultura, Deporte, ciencia y tecnología, entre los años 2002 y 2021, 8.580 escuelas, entres primaria y secundaria, decidieron terminar sus actividades.
Mientras de este total, cerca del 74 % siguen habilitadas como instituciones escolares inutilizadas, y cerca de 5.500 han sido transformadas en albergues, galerías e incluso fabricas para la producción de Sake.
La tendencia aumenta, debido al aumento en la baja de la fertilidad, al igual que reducción en el número de matrimonios, lo que contribuye en parte a menos nacimientos, ya que las generaciones jóvenes se niegan a casarse o formar una familia, desanimados por las pocas oportunidades laborales y el aumento en el costo de vida y el estancamiento en el valor de los salarios.
Mediante el proyecto “Escuelas cerradas para todos“, que se ha puesto en práctica en 2010, el gobierno japonés quiere aprovechas la infraestructura que existe, en lugar de construir nuevas instalaciones.