Una delegación bipartidista del Senado de Estados Unidos llegó a Taiwán esta semana con el objetivo de reafirmar el compromiso de Washington con la seguridad de la isla, en medio de las recientes críticas del presidente Donald Trump a su sector industrial y la imposición de nuevos aranceles comerciales.
Encabezada por los senadores republicanos Pete Ricketts y Ted Budd, junto al demócrata Chris Coons, la visita marca el primer viaje oficial de legisladores estadounidenses a la isla durante la actual administración. A principios de mes, Trump sorprendió al anunciar un arancel del 32% sobre las importaciones taiwanesas, dentro de una ofensiva comercial que también ha afectado a otros aliados estratégicos de EE. UU.
«Miren más allá de la retórica y observen las acciones», declaró Ricketts a la prensa, alineándose con un discurso cada vez más extendido entre los republicanos que buscan matizar las declaraciones del exmandatario.
A pesar de las fricciones comerciales y de las acusaciones de Trump, quien afirmó que Taiwán había “robado” la industria estadounidense de semiconductores, las autoridades taiwanesas han mantenido un tono optimista durante los encuentros. Aseguran que trabajan activamente para fortalecer los vínculos económicos y de seguridad con Estados Unidos.
El senador Coons se mostró confiado en que ambas partes están encaminadas hacia un «próximo capítulo sólido» en la relación bilateral. Además, destacó que Taiwán está actuando con rapidez para abordar las preocupaciones de Washington, incluyendo la concreción de acuerdos en materia comercial y de inversión.
Este impulso diplomático coincide con importantes compromisos de Taipéi: la isla prevé elevar su gasto en Defensa hasta el 3% del PIB —actualmente en 2,5%— y sigue apostando por una estrategia militar más autosuficiente. Asimismo, ha respaldado una inversión anual de 100.000 millones de dólares (unos 88.000 millones de euros) del sector de semiconductores en la fabricación de chips en territorio estadounidense.
Inspirada por la resistencia ucraniana ante la invasión rusa, Taiwán ha intensificado su producción nacional de armamento, desde submarinos y armas ligeras hasta sistemas de defensa aérea. Paralelamente, amplía su cooperación con Estados Unidos en tecnologías emergentes como la guerra con drones.
Durante esta jornada, se prevé que el presidente Lai Ching-te, el ministro de Defensa Wellington Koo y el asesor de Seguridad Nacional Joseph Wu se reúnan con la delegación estadounidense. Además, funcionarios taiwaneses ya han contactado con el secretario de Comercio de EE. UU., Howard Lutnick, con el fin de acelerar las negociaciones antes de que venza la moratoria de 90 días sobre los nuevos aranceles.
La visita tiene lugar en un contexto de creciente tensión regional. China continúa reclamando la soberanía sobre Taiwán, una democracia autónoma que Pekín considera una provincia rebelde. El endurecimiento del tono comercial y militar ha reavivado los temores de una posible escalada.
«Existe el riesgo de que Xi Jinping considere este el momento oportuno para que el Partido Comunista Chino actúe de forma agresiva», advirtió el senador Coons. “Sería un grave error. La respuesta sería firme y unificada”.
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