Las icónicas sondas espaciales Voyager 1 y Voyager 2, lanzadas hace casi 50 años, están quedándose sin energía. Para prolongar su funcionamiento, la NASA ha decidido apagar dos instrumentos más y así extender su vida útil.
Un instrumento menos en cada Voyager
El pasado 25 de febrero, la NASA apagó el subsistema de rayos cósmicos de la Voyager 1, que analizaba partículas de alta energía en el espacio interestelar. Este instrumento, en funcionamiento durante décadas, permitió en 2020 detectar cómo los electrones del Sol se aceleran al rebotar en ondas de choque mientras abandonan el sistema solar. Actualmente, la Voyager 1 es el objeto fabricado por el ser humano más lejano de la Tierra y el que más tiempo ha pasado en el espacio interestelar.
El próximo 24 de marzo, la NASA apagará otro instrumento en la Voyager 2, encargado de medir partículas cargadas de baja energía. Con estas medidas, la agencia busca reducir el consumo energético de las sondas, que dependen de un generador de radioisótopos con un suministro de plutonio en declive. Cada año, ambas sondas pierden aproximadamente 4 vatios de potencia.
Cada vez menos instrumentos operativos
La NASA lleva años desactivando sistemas en las Voyager para alargar su vida útil. De los 10 instrumentos científicos originales, solo tres seguirán funcionando en cada sonda.
Reparaciones constantes
En mayo de 2024, tras seis meses sin recibir datos científicos legibles debido a la degradación de la memoria interna de la Voyager 1, la NASA logró restaurar la transmisión de información con una compleja (y casi heroica) actualización de software. Un problema similar ocurrió en 2010 con la Voyager 2, pero en aquella ocasión bastó con un reinicio del sistema.
Los fallos no se limitan a la memoria. En septiembre de 2024, los ingenieros tuvieron que reactivar unos propulsores secundarios de la Voyager 1, inactivos durante décadas, para corregir su orientación tras la obstrucción de sus motores principales. Este delicado procedimiento implicó calentar temporalmente los motores inactivos, pero resultó exitoso y permitió continuar con la misión.
Objetivo: llegar a 2030
Suzanne Dodd, jefa del proyecto Voyager, explicó en un comunicado que apagar instrumentos es clave para evitar el fin prematuro de la misión. Gracias a estos ajustes, las sondas podrían seguir enviando información hasta la década de 2030, aunque con capacidades cada vez más limitadas.
Aun así, las Voyager ya han superado con creces su misión original, que era explorar Júpiter y Saturno. Su excepcional ingeniería y las continuas optimizaciones han permitido que sigan operativas mucho más tiempo del previsto, proporcionando datos únicos sobre el espacio interestelar y la heliopausa, la frontera donde el viento solar pierde su influencia.
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