China y Estados Unidos encabezan la carrera global por el desarrollo de tecnologías cuánticas, no solo por la cantidad de recursos que invierten, sino también por los avances de alto impacto que están logrando. Sin embargo, ningún país con aspiraciones tecnológicas puede permitirse quedar al margen de una revolución que promete transformar múltiples sectores en el mediano plazo. En este contexto, Japón ha optado por una estrategia discreta, aunque no por ello menos relevante.
Uno de los hitos más destacados del país asiático tuvo lugar en 2023, cuando un equipo del Centro RIKEN de Computación Cuántica, dirigido por el profesor Keisuke Fujii, desarrolló un algoritmo avanzado capaz de reducir de forma significativa la complejidad computacional de ciertos procesos cuánticos. Publicado en la prestigiosa revista Physical Review, este algoritmo es actualmente la herramienta más eficiente para simular interacciones a nivel atómico en materiales complejos.
A diferencia del método tradicional de troterización, el nuevo protocolo japonés optimiza el manejo de los operadores de evolución temporal —matrices que describen intrincadas interacciones cuánticas— y lo hace mediante un enfoque híbrido que combina técnicas clásicas y cuánticas. Esta solución permite que ordenadores cuánticos de baja capacidad, como los disponibles hoy, puedan enfrentarse a problemas computacionales de gran envergadura.
Pero los avances no se detienen ahí. El Centro RIKEN y Fujitsu anunciaron recientemente el desarrollo conjunto de un ordenador cuántico superconductor con 256 cúbits. Aunque esta cifra puede parecer modesta frente a gigantes como IBM, que ya cuenta con su procesador Condor de 1.121 cúbits o su plataforma Heron de 5.000 cúbits con mitigación de errores, o frente al procesador Xiaohong de 504 cúbits desarrollado por China Telecom y la Academia China de Ciencias, el logro japonés tiene un valor estratégico singular.
Y es que, a diferencia de muchos centros europeos que dependen de hardware estadounidense, el nuevo ordenador japonés ha sido construido con tecnología íntegramente desarrollada en Japón. Una de sus mayores fortalezas radica en su escalabilidad: puede aumentar el número de cúbits sin necesidad de rediseñar toda su arquitectura, lo que representa una ventaja clave en la carrera por construir sistemas más potentes.
Además, su sistema de refrigeración por dilución, según Fujitsu, es más eficiente que los utilizados en otras máquinas cuánticas. De hecho, esta nueva computadora de 256 cúbits funciona con la misma unidad de refrigeración empleada en su antecesora de 64 cúbits, lo que da cuenta de un notable avance en eficiencia energética.
El objetivo final del proyecto tampoco pasa desapercibido: alcanzar los 1.000 cúbits para 2026. Si lo logran, Japón se colocará en una posición privilegiada, a la altura de los gigantes cuánticos, y confirmará que, incluso desde la discreción, es posible marcar la diferencia en una carrera tan estratégica como la cuántica.
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