Un tribunal de Tokio ordenó este martes la revocación del estatus legal de la Iglesia de la Unificación en Japón, un movimiento religioso de origen surcoreano con estrechos lazos políticos, envuelto en escándalos por sus polémicas tácticas de recaudación de fondos y manipulación psicológica de sus fieles.
La decisión, impulsada por una solicitud del gobierno japonés, marca un punto de inflexión en el escrutinio sobre los grupos religiosos en el país. Con esta medida, la organización fundada en Corea del Sur en 1954 perderá su estatus religioso, quedando sin exenciones fiscales y obligada a liquidar sus activos. No obstante, la iglesia anunció que apelará de inmediato, calificando el fallo como «injusto» y una amenaza a la libertad religiosa.
Conocida también como la secta Moon, la Iglesia de la Unificación ha sido acusada de presionar a sus seguidores para que donen grandes sumas de dinero, llevándolos incluso a la ruina financiera. Durante décadas, mantuvo una estrecha relación con el gobernante Partido Liberal Democrático, lo que le permitió operar sin grandes obstáculos legales. Sin embargo, todo cambió tras el asesinato del ex primer ministro Shinzo Abe en 2022, que puso bajo la lupa sus vínculos políticos y las denuncias de abuso económico.
El magnicidio reveló el lado más oscuro de la organización. El atacante, Tetsuya Yamagami, declaró que su acción fue motivada por la relación de Abe con la Iglesia de la Unificación, a la que culpaba de la bancarrota de su familia, ya que su madre había donado grandes sumas al grupo. El caso desató un escándalo nacional, llevando a las autoridades a investigar las prácticas de la secta y sus conexiones con el poder político.
El Tribunal de Distrito de Tokio justificó la disolución de la organización argumentando que incurrió en «prácticas abusivas y persistentes» que perjudicaron a sus miembros y sus familias. Esta es solo la tercera vez en la historia de Japón que un grupo religioso enfrenta una medida similar. Anteriormente ocurrió con la secta Aum Shinrikyo, responsable del ataque con gas sarín en el metro de Tokio en 1995, y con el grupo budista Myokakuji, cuyos líderes fueron condenados por fraude.
Fundada por el reverendo Sun Myung Moon, quien se autoproclamó mesías, la Iglesia de la Unificación promueve valores ultraconservadores, un discurso anticomunista y la reunificación de la península coreana. También es conocida como la Federación de Familias para la Paz Mundial y la Unificación. Su expansión global estuvo marcada por bodas multitudinarias y la creación de negocios y fundaciones que fortalecieron su influencia en distintos países.
A lo largo de los años, la organización tejió vínculos con figuras políticas influyentes, incluyendo expresidentes de EE.UU. como Richard Nixon, Ronald Reagan y Donald Trump. Incluso, Moon llegó a reunirse con Kim Il Sung, fundador de Corea del Norte, en un intento de mediar en las tensiones de la región.
La disolución de la Iglesia de la Unificación en Japón representa un golpe significativo, ya que el país es una de sus principales fuentes de financiamiento. Se estima que cuenta con alrededor de 300.000 seguidores en territorio japonés, muchos de los cuales fueron persuadidos a realizar generosas donaciones bajo la promesa de “purificar” los pecados de sus antepasados relacionados con la ocupación japonesa en Corea.
El escándalo también ha sacudido la política japonesa. El primer ministro Fumio Kishida se vio obligado a reorganizar su gabinete para eliminar a funcionarios con vínculos con la organización, mientras la opinión pública ha presionado por una mayor regulación de los grupos religiosos en el país.
A pesar del fallo, la Iglesia de la Unificación insiste en su inocencia y asegura que seguirá operando, aunque sin el amparo legal que le otorgaba beneficios fiscales.
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