El presidente Donald Trump apenas fue mencionado en la reunión entre el presidente ucraniano Volodímir Zelenski y 13 líderes occidentales que visitaron Kiev para conmemorar el tercer aniversario de la invasión rusa a gran escala. Sin embargo, su influencia fue innegable: en los sutiles reproches que recibió, en la forma en que los líderes europeos enfatizaron su apoyo a Ucrania, y en su insistencia en la importancia de la soberanía ucraniana, en contraste con las recientes declaraciones de Trump sobre reducir el respaldo estadounidense a Kiev.
En este sombrío aniversario, los aliados occidentales acudieron a Kiev para reafirmar su respaldo y prometer más financiamiento y ayuda militar. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, subrayó la urgencia de fortalecer las defensas e infraestructura energética de Ucrania. “Los autócratas de todo el mundo están observando atentamente”, advirtió.
Este respaldo llega en un momento crucial. Durante tres años, Estados Unidos ha liderado el apoyo a Ucrania en los frentes diplomático, financiero y militar, uniendo a los aliados en un esfuerzo sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, Trump amenaza con alterar este equilibrio. La semana pasada sorprendió a Europa al culpar a los dirigentes ucranianos de la guerra y calificar a Zelenski como un “dictador sin elecciones”. Además, ha iniciado conversaciones con Vladimir Putin sobre el fin del conflicto, excluyendo hasta ahora a Ucrania.
Trump aseguró que la guerra podría terminar “en cuestión de semanas” y sugirió una visita a Moscú esta primavera. También reiteró su propuesta de que Ucrania ceda miles de millones de dólares en derechos mineros. Además, la administración Trump votó en contra de una resolución de la ONU que condenaba la agresión rusa y exigía la retirada de las tropas, presentando en su lugar una propuesta más ambigua que solo pedía el fin del conflicto.
Ante la posibilidad de un recorte drástico del apoyo estadounidense, Zelenski ha intensificado sus esfuerzos para consolidar el respaldo europeo. En paralelo, los líderes de la Unión Europea (UE) trabajan en un plan para compensar cualquier cambio en el compromiso de Washington. Mientras los visitantes se reunían en Kiev, los ministros europeos de Asuntos Exteriores debatían en Bruselas un nuevo paquete de asistencia a Ucrania que podría superar los 20.000 millones de euros. Según fuentes cercanas, los detalles se definirán en la cumbre del 6 de marzo.
La UE también aprobó nuevas sanciones contra Rusia, afectando sectores como energía, comercio, transporte e infraestructura financiera. Este endurecimiento de medidas podría tensar aún más las relaciones con la Casa Blanca, que ahora busca un acuerdo rápido con el Kremlin.
“Se trata de más que Ucrania. Es el futuro del orden mundial”, declaró Lars Lokke Rasmussen, ministro de Exteriores de Dinamarca, aludiendo a recientes críticas de funcionarios estadounidenses hacia Europa.
Desde el inicio del conflicto, Estados Unidos ha destinado 119.000 millones de dólares a Ucrania, de los cuales 67.000 millones han sido en asistencia militar. Europa, aunque ha dedicado 65.000 millones de dólares a defensa, ha superado a EE. UU. en ayuda humanitaria y financiera.
Si Estados Unidos retirara su respaldo a la OTAN, los costos serían elevados y la sustitución de su presencia, un reto colosal. Aunque Europa ha aumentado su gasto en defensa, sigue lejos de alcanzar la autosuficiencia en capacidad militar. Friedrich Merz, probable próximo canciller de Alemania, ha declarado que fortalecer Europa es una “prioridad absoluta”.
Por ahora, los líderes europeos intentan mantener a Estados Unidos comprometido en la mesa de negociación. Emmanuel Macron, presidente de Francia, ha instado a Trump a no mostrarse “débil” frente a Putin. También ha sugerido desplegar tropas europeas en Ucrania como parte de un acuerdo para finalizar la guerra, una idea que antes fue rechazada pero que ahora gana terreno.
El primer ministro británico, Keir Starmer, ha manifestado su disposición a participar en una misión de mantenimiento de la paz, pero solo si Estados Unidos brinda apoyo estratégico. No obstante, Trump ha insistido en que no enviará soldados estadounidenses a Ucrania.
Por su parte, Putin ha dejado claro que rechaza cualquier presencia de fuerzas europeas en suelo ucraniano dentro de un eventual acuerdo de paz. Las recientes conversaciones entre el gobierno de Trump y funcionarios rusos han despertado el temor de que Ucrania quede marginada de las negociaciones.
En Kiev, los líderes europeos reafirmaron la postura de Zelenski: no habrá paz sin Ucrania, ni sin garantías de seguridad sólidas. António Costa, presidente del Consejo Europeo, enfatizó que solo Ucrania puede decidir cuándo negociar.
Mientras algunos líderes ofrecieron promesas generales, la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, fue contundente: la adhesión de Ucrania a la OTAN es la vía más clara y efectiva para garantizar su seguridad. Sin embargo, Estados Unidos y Alemania insisten en que esto solo podrá ocurrir cuando termine la guerra.
El primer ministro albanés, Edi Rama, reconoció que el equilibrio global ha cambiado. Desde Bruselas, Kaja Kallas, diplomática de la UE, viajará a Washington para discutir con funcionarios estadounidenses. Al ser consultada sobre si Trump opera dentro de una burbuja de desinformación rusa, respondió: “La narrativa rusa está muy presente”.
El futuro de Ucrania y de la seguridad europea sigue siendo incierto. Mientras los líderes europeos buscan estrategias para reforzar su autonomía militar, la sombra de un cambio drástico en la política exterior de Estados Unidos sigue acechando.
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