Los recortes realizados por el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump no tendrán límites, o al menos así lo dejó claro este viernes con evidente orgullo. Incluso ha planteado la posibilidad de eliminar por completo el Departamento de Educación y someter al Pentágono a una auditoría integral. Ningún presupuesto está a salvo y ningún funcionario tiene garantizado su puesto.
Las críticas de los demócratas sobre el supuesto poder excesivo de Elon Musk en la Casa Blanca parecen no afectarle en absoluto. Trump defendió abiertamente al magnate, quien lidera el proceso de recortes, y dejó claro que todas las decisiones pasan por él. «Los recortes solo se hacen si yo los ordeno», afirmó. Cuando le mencionaron la última portada de la revista Time, que muestra a Musk sentado en el escritorio del Despacho Oval, Trump se encogió de hombros, hizo una mueca y respondió con desdén: «No sabía que Time aún existía. Qué sorpresa».
El presidente se mostró satisfecho con los recortes en marcha, que incluyen el desmantelamiento virtual de la Agencia de Cooperación y Desarrollo (USAID) y despidos en los Institutos Nacionales de Salud y la Agencia de Protección Ambiental. Según él, el gasto innecesario detectado y la ineficiencia hallada son «históricos».
«Estamos hablando de billones, trillones de dólares que se gastan de forma innecesaria, tal vez ilegal, yo hasta diría criminal. Estoy muy orgulloso del trabajo de esta gente joven, lo hacen porque se lo he encargado. Tal vez sería más fácil no meterse en esto, pero hay que hacerlo, es necesario», afirmó Trump.
Trump también salió en defensa de Musk en medio de un escándalo que sacudió momentáneamente a su equipo. Un joven ingeniero, involucrado en el ambicioso plan de recortes, fue despedido tras revelarse que había publicado en redes sociales, bajo un seudónimo, mensajes racistas en los que afirmaba que los blancos solo deberían casarse entre sí y que las personas de otras razas debían ser expulsadas del país.
A pesar de la polémica, ni Trump ni su vicepresidente, J. D. Vance, consideraron el asunto especialmente grave. De hecho, ambos sugirieron públicamente a Musk que reconsiderara la decisión y le diera otra oportunidad, siempre y cuando mostrara arrepentimiento.
Musk, por su parte, ha dicho que está llevando a cabo en Washington la “Segunda Revolución Americana”, aunque lo hace sin aparecer demasiado en público más allá de sus publicaciones en redes sociales. No trabaja en el Ala Oeste, sino en el edificio de la vicepresidencia, donde ha instalado su equipo en las oficinas de la antigua Secretaría de Guerra junto a un grupo de jóvenes ingenieros.
Estos ingenieros y empresarios cercanos a Musk han irrumpido en el gobierno con un acceso sin precedentes a sistemas y datos clasificados, lo que ha generado preocupación entre empleados federales, congresistas y senadores. El llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés, nombre que curiosamente coincide con el de una criptomoneda), presume de haber reducido el gasto público en 1.000 millones de dólares diarios. Sin embargo, enfrenta críticas por los posibles efectos de estos recortes en servicios esenciales. Para Trump, sin embargo, estos ahorros son motivo de celebración.
Mientras tanto, sin una oposición con poder real, ni siquiera en el Capitolio, Trump sigue acelerando los recortes y mantiene su oferta de bajas incentivadas para los dos millones de empleados federales. Un juez se pronunciará el lunes sobre esta medida, tras una demanda presentada la semana pasada en Boston.
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