Panamá ha decidido no renovar el acuerdo de entendimiento firmado con China en 2017 dentro del marco de la Ruta de la Seda, un plan de importancia estratégica para Pekín. La medida fue anunciada por el Gobierno de José Raúl Mulino tras una reunión en Ciudad de Panamá con el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio. Washington había manifestado su preocupación por la influencia china en el Canal de Panamá, calificándola de «inaceptable» y advirtiendo que, si no se realizaban cambios inmediatos, tomaría «las medidas necesarias para proteger sus derechos».
En una rueda de prensa, Mulino aseguró que no existía una amenaza real por parte de Estados Unidos sobre la recuperación del canal o el uso de la fuerza. Sin embargo, evitó mencionar directamente la advertencia de Washington y la decisión de no renovar el acuerdo con China. «Fue un encuentro muy tranquilo y respetuoso», declaró. Esta reunión marcó la primera escala de la gira de Rubio por Centroamérica y el Caribe. Mulino, en un gesto conciliador, expresó el deseo de mantener la cooperación con Estados Unidos.
Rubio, escoltado por su equipo de seguridad, llegó al Palacio de las Garzas, donde fue recibido por el canciller Javier Martínez-Acha. Mantuvo una reunión privada de más de una hora con Mulino antes de un encuentro ampliado con los equipos de ambos gobiernos, que se prolongó por dos horas adicionales. Tras la reunión, Mulino afirmó: «El Canal no se negocia». Sin embargo, sí se abordaron temas como el control migratorio en el Darién, la colaboración en inteligencia financiera y crimen organizado, así como posibles inversiones y la gestión de los puertos en el canal.
Para mantener el canal fuera de conflicto, el Gobierno panameño invirtió más de dos millones de dólares en lobistas republicanos, alineando su Gabinete para evitar una escalada en las tensiones. Mulino dejó claro que su intención era evitar cualquier confrontación con Estados Unidos, prefiriendo ceder en otros temas antes que comprometer la soberanía del paso entre los océanos Atlántico y Pacífico.
Como parte de los compromisos asumidos, Panamá podría permitir mayor control estadounidense en la frontera con Colombia, en la provincia de Darién. Se plantea la posibilidad de construir una pista de aterrizaje para reforzar la política de deportación de migrantes implementada desde julio. Mulino también indicó que se evaluará la ampliación del memorándum de entendimiento firmado con Washington, lo que podría implicar una mayor colaboración en inteligencia financiera.
El presidente panameño también abrió la posibilidad de revisar la concesión de los dos puertos a una empresa con sede en Hong Kong. «Actualmente, estas concesiones están siendo auditadas por el Gobierno de Panamá y esperaremos los resultados antes de tomar una decisión», afirmó. Esto sugiere una posible renegociación, ya que dentro del Gobierno se reconoce la presión de Estados Unidos sobre estas operaciones. «Ellos son los que manejan los botones», comentó un integrante de la comitiva panameña en referencia a Washington.
Tras reunirse con Mulino, Rubio visitó a empleados de la Embajada estadounidense, ubicada en la antigua zona del canal. Posteriormente, recorrió las instalaciones de AES en la provincia de Colón, donde se concentra el 60% de las operaciones energéticas del canal. Su jornada culminó con una visita a las esclusas de Miraflores, construidas por Estados Unidos en 1903. La gira del diplomático continuará en El Salvador, Costa Rica, Guatemala y República Dominicana.
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