Seis meses luego del inicio de la guerra entre Israel y Hamás, expresidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ha estado cada día más envuelto en una crisis extranjera que no puede controlar, pero que se encuentra teniendo demasiadas consecuencias para la política interna.
Los omnipresentes riesgos geopolíticos de la guerra se han hecho más evidentes durante este fin de semana, cundo los funcionarios de los Estados Unidos advirtieron sobre un posible ataque de represalia a la región por parte de Irán.
Todo esto luego del ataque israelí al complejo de la Embajada de Irán en Damasco junto con las promesas de Israel para que se intensifique la escalada en la frontera norte con Líbano, incluso mientras se continúa las operaciones en Gaza para la derrota contra Hamás.
Las conversaciones han estado programadas para que se comience de nuevo en El Cairo esta semana, a la sombra del creciente malestar internacional por las consecuencias humanas de la guerra, en la que murieron una suma de más de 30.000 palestinos.
Las fuerzas de los Estados Unidos en la región de Israel se encontraban en alerta máxima ante los posibles ataques de Irán, en represalia por las muertes de dos altos oficiales del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica en Damasco.