Tras el anuncio que Japón ha comenzado a verter esta semana en el océano pacífico las aguas residuales de la planta nuclear de Fukushima, no se han hecho esperar los pronunciamientos de las organizaciones ambientalistas y de los diferentes países cercanos, que han mostrado su descontento y preocupación. Los pescadores y habitantes de la zona afectada también se han pronunciado ante la medida.
Durante 30 años van a ser descargadas en el océano pacífico más de un millón de toneladas de agua contaminada, según los reportes oficiales. Ante la medida, centenares de personas han protestado en contra de la operación a las afueras de las instalaciones de la planta nuclear en Fukushima.
China también ha tomado medidas al respecto, lo que ha afectado las relaciones comerciales entre estos dos grandes países, el gobierno de China, que es el máximo comprador de alimentos de mar a Japón, este jueves se pronunció y anunció que bloqueará las importaciones de estos productos.
Los expertos anunciaron que vertir esa cantidad de agua contaminada al oceano podría causar daños equiparables a los daños generados por una bomba atómica.
En el año 1945, por orden de los Estados Unidos, una bomba atómica fue lanzada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima desde un avión que sobrevolaba la zona. La explosión masacró al rededor de 70.000 personas, y es recordado como uno de los acontecimientos que marcaron la historia del país asiático, y que aún es recordado hoy en día.
Los distintos medios de comunicación y plataformas del gobierno de Tokio han afirmado que el agua no representa ningún riesgo ni para el ecosistema ni para la humanidad. Los habitantes de Japón tienen opiniones divididas sobre el riesgo que esto puede traer a las generaciones futuras.