La estatua de la libertad ubicada en la ciudad de Nueva York, es considerada unos de los monumentos más reconocidos en Estados Unidos, y del mundo entero, siendo así un símbolo del pueblo emigrante, fue armada a finales del siglo XIX, convirtiéndose en la primera imagen más emblemática de Nueva York.
A la gran escritora y poeta llamada Emma Lazarus de origen judío, le fue solicitado por parte de William Maxwell Evarts que hiciera un poema donde la idea principal era recaudar dinero y dar por terminado el pedestal de la estatua de la libertad, en el año de 1883, inicialmente Lazarus se negó.
Sin embargo, Lazarus estaba muy comprometida con ayudar a los judíos, ya que venían huyendo del antisemitismo, pero una amiga la pudo convencer de que lo hiciera por los refugiados, que finalmente eran ellos los que apreciarían la estatua al llegar a la ciudad, actualmente el poema se encuentra grabado en una placa de bronce en la base del monumento.
Este es el poema hecho por Lazarus.
El nuevo coloso
No como este gigante de bronce de la fama griega
Cuyo talón conquistador atravesó los mares
Aquí, a las puertas del sol poniente, batirán las olas
Una mujer poderosa con una antorcha, cuya llama
Es el relámpago encarcelado, y su nombre es
Madre de los exiliados. Su antorcha
Bienvenidos al mundo; su dulce mirada cubre
El puerto conectado por puentes colgantes que enmarca las ciudades gemelas
¡Guardia, Viejo Mundo, tus esplendores de otra época! Proclama
De sus labios cerrados. Dame tu pobre, tu agotado
Tus innumerables masas aspiran a vivir libres
El rechazo de tus orillas superpobladas
Envíalos a mí, los desheredados, que la tormenta los traiga de vuelta
¡Estoy poniendo mi luz sobre la puerta de oro!
En esa época cumplió su cometido, pero ya con el pasar del tiempo ha ido perdiendo su relevancia y así quedando en el olvido.