El gobierno de Joe Biden ha anunciado un plan para reducir las emisiones de dióxido de carbono (C02) de las centrales eléctricas, particularmente las de gas y carbón, a partir de 2030. Estas medidas son muy esperadas en el tema de los compromisos climáticos de Estados Unidos.
La nueva regulación incluye la obligación para ciertas centrales de carbón de capturar sus emisiones de C02 en lugar de liberarlas a la atmósfera. Si se implementa, será la primera vez que la Agencia de Protección Ambiental (EPA) imponga restricciones a las emisiones de C02 de centrales eléctricas ya existentes. Esto se haría porque la generación de electricidad representa aproximadamente una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero del país.
Al igual que un intento anterior durante la administración de Barack Obama, es probable que estas regulaciones sean impugnadas en los tribunales. Sin embargo, tienen el potencial de evitar la emisión de “más de 600 millones de toneladas de carbono para 2042”, equivalente a las emisiones de la mitad de los vehículos estadounidenses en un año, según afirmó Michael Regan, jefe de la EPA.
Regan advirtió que estas medidas llevarán al cierre de las centrales de carbón, aseguró que tendrán un impacto insignificante en los precios de la electricidad y que las reglas propuestas varían según el tipo de central, su nivel de uso y su posible fecha de cierre.
La EPA confía principalmente en técnicas de captura y almacenamiento de C02, que aún son poco comunes y costosas, aun si el gobierno apuesta por su desarrollo después de haber logrado el año pasado la aprobación de la Ley de Reducción de Inflación (LRA), que otorga beneficios fiscales adicionales a las centrales eléctricas que utilicen estas tecnologías.