El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha generado una gran polémica en la comunidad internacional al acusar a Estados unidos, Ucrania y la Región Europea de fomentar la guerra que llevo a la sangrienta invasión que Rusia inicio hace más de un año.
En una visita a China y tras recibir al jefe de la diplomacia del Kremlin, Lula salió a culpar a estos países de incentivar la guerra y pidió que se hablara en paz, pero estas afirmaciones cayeron mal en Washington, donde fueron recibidas como una especie de servilismo con Vladímir Putin y Xi Jinping.
La Casa Blanca consideró “profundamente problemático” el mensaje de Lula y advirtió que Brasil estaba repitiendo la propaganda Rusa y China. En respuesta a esto, Brasil defendió las palabras de Lula y el canciller Brasileño, Mauro Vieira, y le respondieron que no estaban de acuerdo con los comentarios hechos por la Casa Blanca.
Mientras tanto, el gobierno de Ucrania rechazo los planteamientos de Lula y lo invito a visitar el país para que “comprenda” la realidad de la agresión Rusa. El presidente Ucraniano, Volodímir Zelenski, visitó una zona parcialmente destruida de Avdíívka y condecoró a soldados en una ciudad bombardeada por el ejército Ruso.
Por otra parte, el presidente Ruso, Vladímir Putin, efectuó una visita sorpresa a zonas ucranianas ocupadas por Moscú. Los ministros de Relaciones exteriores del G7 también advirtieron que cualquier país que ayude la campaña militar rusa enfrentará “costes severos”.
Este conflicto demuestra que el liderazgo que busca proyectar Lula aún está en desarrollo y que la comunidad internacional está tomando medidas severas contra aquellos que apoyen la campaña militar Rusa.